Amazon ahora entrega paquetes en su auto, ¿podría hacerlo en Latinoamérica?

Imagine esta situación hipotética: un extraño se acerca a su auto, estacionado frente a su oficina, en el centro de cualquier ciudad latinoamericana. Saca un teléfono y, un par de segundos después, la cajuela del vehículo se abre de par en par. El extraño deja una caja en el interior, cierra la puerta, revisa de nuevo su celular y se va. Parecería algo sospechoso, pero es un servicio real de entrega de envíos que Amazon.com Inc. comenzó a probar en 37 ciudades de Estados Unidos en abril. Pero, ¿funcionaría en América Latina?

El servicio, que está disponible de manera gratuita para los suscriptores de Amazon Prime, tiene varias capas de seguridad. Los usuarios tienen que descargar la aplicación Amazon Key y especificar el lugar donde se encontrará estacionado el auto, que puede ser en un radio de dos cuadras de una dirección previamente registrada con la compañía, además de la placa, el color y la marca del vehículo. Una vez que el repartidor de Amazon ubica el automóvil, abre las puertas usando la aplicación, la cual se conecta a través de Internet con los servicios de seguridad del fabricante del vehículo para que este autorice el desbloqueo de la cerradura.

Luego de dejar el paquete, el empleado debe cerciorarse de que el auto vuelva a quedar cerrado. Sin esta confirmación, el sistema no le mostrará la ubicación del siguiente paquete a entregar, según Amazon. Hasta el momento, solo los modelos posteriores a 2015 de General Motors y Volvo que cuenten con los sistemas OnStar o Volvo on Call podrán usar el servicio. Amazon planea incluir más marcas de automóviles en el futuro cercano.

En teoría, el servicio de entregas en el auto no tendría mayores problemas para funcionar en América Latina (OnStar se encuentra disponible en México, y en Sudamérica opera bajo la marca ChevyStar), pero Amazon enfrenta varios obstáculos logísticos y culturales. El primero es que el gigante estadounidense del comercio electrónico aún no cuenta con una infraestructura de distribución de mercancías en gran parte del subcontinente. En EE.UU. y Europa, Amazon dispone de enormes depósitos automatizados, que le permiten mantener un amplio inventario y enviar cualquier producto al comprador en cuestión de horas.

En Latinoamérica, en cambio, la empresa apenas ha comenzado a plantar su bandera, salvo en México. Opera desde 2014 en Brasil, pero se había enfocado en la venta de libros y servicios digitales hasta finales del año pasado, cuando comenzó a vender electrónicos. No obstante, hay señales de que está lista para expandirse. En febrero Reuters informó que Amazon adelanta negociaciones para arrendar un depósito de 50.000 metros cuadrados en las afueras de São Paulo, y el diario Clarín detalló a finales del año pasado los pasos que ha dado la empresa para abrir oficinas en Argentina. Amazon también opera en Chile y Colombia desde 2017. La compañía es conocida por invertir grandes sumas sin esperar un retorno inmediato y cuenta con enormes reservas de efectivo, por lo que la pregunta no es si llegará a tener una red logística en la región, sino cuándo.

Aunque Amazon resuelva el problema logístico, quedan otros escollos. Uno es la baja adopción de los autos conectados a Internet en Latinoamérica. “El modelo de venta de autos en EE.UU. es muy diferente al de Latinoamérica”, asegura Lisandro Zapararte, CEO de la firma de consultoría Marco Marketing. “En Latinoamérica la adquisición de carros se genera por compra directa en su gran mayoría, a diferencia de EE.UU., donde el leasing es más común. Y hace que los modelos nuevos de autos queden ligados a un sector social con cierto poder adquisitivo, haciendo que el recambio no sea tan planificado. Solo en México, el 70 por ciento del parque automotriz en circulación son de carros que tienen una antigüedad entre los años 1980 y 2010, según el INEGI”, afirma.

Aunque se calcula que el mercado global de autos conectados crecerá a un ritmo del 32,7 por ciento entre 2014 y 2020, según un estudio de Allied Market Research, el grueso de ese avance se dará en la región Asia-Pacífico, EE.UU. y Europa.

Tampoco hay que olvidar los problemas de seguridad, congestión y falta de infraestructura que aquejan a las grandes urbes latinoamericanas. “Creo que aún no están sentadas las bases para generar un uso masivo de un servicio similar, tanto por la fisonomía de nuestras ciudades, la composición del parque automotriz, las condiciones de seguridad y las condiciones generales del mercado”, señala Zapararte.

Amazon también enfrenta una dura competencia con Mercado Libre, que desde 1999 se ha afianzado como el principal referente del comercio electrónico en la región. La empresa evita muchos de los problemas logísticos al servir como plataforma para la compra y venta de productos entre usuarios, los cuales coordinan entre sí la entrega.

No obstante, Amazon ha demostrado que puede superar estos retos. A principios de 2017 lanzó su programa Prime en México, que incluye envíos gratis a cualquier parte del país en dos días. Esto contribuyó a que duplicara sus ventas en México, a US$502,2 millones, en comparación con 2016, lo que la posicionó como la mayor minorista en línea del país, según Euromonitor International.

Además, es posible que no toda la innovación provenga de Amazon. “En Latinoamérica siempre se encuentran formas creativas de generar servicio y considero que el disparar estas iniciativas motiva a generar soluciones para repensar los modelos de distribución de productos comprados a través de plataformas digitales”, dice Zapararte.