Bitcoins: Un cambio de paradigma

Por: Gustavo Neffa (@gneffa), Socio y Director de Research for Traders.

​Los paradigmas son cambios que modifican la estructura, los cimientos de lo que se venía dando o haciendo hasta ese momento. Un nuevo sistema que cambiará la forma de entender los negocios, la economía y la sociedad.

Lo fue la incorporación de la energía eléctrica, la producción en cadena en el proceso productivo, internet, las redes sociales como manera de expresarse, la conectividad 24hs ya sea por red celular o el uso de datos, o muchísimos otros avances cotidianos que han cambiado la manera de moverse, producir, hablar, conectarse y hasta invertir entre las personas, las máquinas y los dispositivos.

Si en los años 80’s incorporar en una cartera de inversiones alternativas en mercados emergentes era pionero y revolucionario, hoy esa clase de activo es lo que le da volatilidad y potencial diferenciación en el retorno de los inversores para mencionar un ejemplo de algo que no estaba y que, de repente, no puede faltar.

Blockchain es eso. Un cambio de paradigma y de hacer las cosas, una tecnología disruptiva que ya está dando de qué hablar y que cambiará radicalmente la manera de hacer las cosas en el futuro. Es una tecnología que permite la transferencia de datos digitales con una codificación muy compleja pero de una manera completamente segura.

Todos los datos están encriptados, por lo que las transacciones están escritas de modo que solo el originador y el destinatario pueden acceder al contenido. Con esta tecnología se pueden hacer acuerdos y transacciones de forma confiada sin revelar información confidencial entre las dos partes y sin la necesidad de intermediarios: el mundo perfecto y una tentación para el dinero negro que es muy combatido por los reguladores, que obligan a los bancos a ser solidarios y responsables en dicha tarea, mientras miran esta tecnología de cerca queriendo abrazar este nuevo paradigma o destruirlo porque es competencia directa.

Hasta ahora, los intermediarios financieros como los bancos, las tarjetas de crédito o Paypal, entre otros, han sido imprescindibles, sobre todo a la hora de manejar y transferir dinero, algo muy delicado y en el que se requiere seguridad, por más que el costo sea alto. Los intermediarios certifican que somos quienes somos. Pero está pronto a cambiar: Blockchain transforma el internet del valor (que incluye títulos, certificaciones, registros) y lo pasa a formato digital y descentralizado, sin necesidad de un intermediario para realizar una operación o un registro, ya que se basa en una red troncal  en la que se tiene  confianza, ya que si todos poseen u operan con la misma información, entonces esa información es confiable.

Blockchain significa cadena de bloques, la tecnología  en red sobre la cual se montó el Bitcoin que fue la primera moneda descentralizada no emitida por un banco central, así como las demás criptomonedas que le siguieron, que hoy son más de 800 que operan al menos en forma diaria. Las personas que compran y pagan con bitcoins lo hacen en una red pública en la que todos los nodos guardan una copia de cada transacción. Blockchain representa el fin de la centralización de datos, tal como si fuese como el libro de asientos contables  de una empresa en donde se vuelcan y registran todas las entradas y salidas de dinero.

La información está distribuida en múltiples nodos que son totalmente  independientes entre sí que la registran y la validan: una vez introducida, la información no puede ser borrada, solo se podrán añadir nuevos registros, En ese proceso no se requiere que haya confianza entre ellos, ya está validada cuando se registra.

La clave reside en la seguridad que brinda su sistema de almacenaje de información, una base de datos compartida entre muchas computadoras (nodos) en todo el mundo, que funciona como un libro de registros de operaciones o transacciones (bloques) que se registran en forma cronológica con un código (hash). Los únicos que pueden hacer cambios son los “mineros”, quienes los registran y difunden en la red para que los nodos verifiquen su validez y actualicen el estado de la cadena: son los que mantienen la “salud” de la red son los mineros. Que gastan plata en procesadores, mucha energía eléctrica, tiempo, dinero y otros recursos en buscar los códigos. ¿Qué incentivo tienen los mineros para mantener esa base de datos? Por cada transacción reciben comisiones. Cada vez que un minero escribe un bloque, se le entregan Bitcoins nuevos: hora reciben 12.5 bitcoins, una cifra va disminuyendo con el tiempo, y terminará siendo cero cuando alcance la cifra de 21 millones de bitcoins en el año 2140 (desde los actuales 17 millones). Es muy difícil competir con China donde los mineros operan grandes superficies de procesadores al estilo “granjas” y con otros países donde la energía eléctrica posee un costo casi nulo, como lo es Venezuela. La clave será diferenciarse con energías renovables.

El sistema publica una operación matemática cada 10 minutos, como una suerte de problema a resolver sobre la base de prueba y error. Aunque todos los mineros tratan de resolver a la vez, el azar hace que haya uno solo que adivine el resultado que es el que tendrá el derecho de escribir el código en la red.

El Bitcoin y el fenómeno del resto de las criptomonedas representa el mayor mercado alcista de los últimos tiempos, el cual rivaliza a todos los demás activos financieros. Es casi lógico y obligado comparar la meteórica trayectoria de su precio, que se ha incrementado más de 1000% en el acumulado del año 2017 con las demás burbujas de precios como la inmobiliaria en EE.UU., de acciones tecnológicas, y por qué no, remontar hasta la Burbuja de los Tulipanes hace unos cuantos siglos atrás. El tiempo dirá si se trató de una burbuja, aunque pienso que no son estrictamente comparables porque Blockchain representa claramente un cambio de paradigma. No sólo está revolucionando  las transacciones financieras, sino también la administración pública, la manera en la que los bancos centrales conciben al dinero o el Internet de las cosas (IOT).

El hecho de ser global y descentralizada en miles de nodos de una red donde se puede escribir sin que haya un nodo central que les organice  hace de la tecnología una comunidad, un ecosistema al estilo del sistema de Apple o de Google con múltiples aplicaciones entrelazadas entre sí. Así son los sistemas disruptivos sobre los cuales los usuarios basan sus preferencias y resuelven sus problemas, lo que le da un valor único que todos intentamos adivinar poniéndole un precio y adelantándonos a los hechos, que en este caso revolucionará la manera de hacer las cosas.