El coronavirus ya provoca retrasos en las fábricas europeas por falta de suministros

En el año 2009, cuando la economía global se iba por el sumidero, China se erigió como la segunda gran potencia global capaz de hacer de contrapeso a EEUU. En ese año, el ‘dragón asiático’ logró un crecimiento del PIB del 9,4% creando miles de puestos de trabajo. China consiguió integrarse en las cadenas de valor globales, hasta tal punto que es hoy el principal nexo de conexión. Y ya se sabe lo que ocurre cuando falla un eslabón de la cadena…

En Europa, las fábricas están empezando a comprender el problema. La llegada de insumos procedentes de China está empezando a sufrir retrasos como consecuencia de los problemas para mantener la producción en el gigante asiático por el brote del coronavirus. Algunas fábricas han ralentizado la producción y otras están tirando de los ‘stocks’ acumulados para mantener su producción ante la paralización del flujo normal de suministro.

El coronavirus ha adoptado la forma de ‘cisne negro’, esto es, el evento inesperado que puede encaminar a la economía global a una crisis. Las cadenas de valor consiguieron superar la guerra comercial entre EEUU y China y parecían irrompibles, pero el brote del virus ha demostrado que son endebles y, sobre todo, que no existe alternativa posible.

Los datos de la encuesta a gestores de compras que elabora mensualmente IHS Markit muestran claramente cómo algunos empresarios empiezan a estar nerviosos por los desajustes en las cadenas de producción. “Las limitaciones en la oferta fueron muy evidentes en febrero, ya que los plazos medios de entrega de los insumos se alargaron considerablemente y por primera vez en un año”, señala IHS Markit.

La encuesta, realizada durante la recta final del mes de febrero, pone en evidencia la delicada situación del sector industrial europeo. “Los fabricantes vincularon principalmente el deterioro del comportamiento de los proveedores con los cierres de fábricas relacionados con el coronavirus en China”, y añade, “todos los países observaron un alargamiento de los plazos de entrega”.

Las empresas que tenían ‘stock’ acumulado lo están utilizando para mantener sus líneas de producción, e incluso para acumular productos ya terminados por si los problemas del coronavirus también afectan a los centros de producción nacionales. La ‘Encuesta de coyuntura industrial’ del Ministerio de Industria pone de relieve que las empresas han redoblado la producción pese a la atonía de la demanda.

De hecho, los datos europeos de producción manufacturera mostraron una aceleración a lo largo del mes de septiembre pese al coronavirus. Pese o gracias al mismo. Pero el trabajo adelantado no garantiza que se pueda mantener el mismo ritmo en el futuro inmediato. La OCDE ya lo alertó el lunes, cuando actualizó sus previsiones de crecimiento: “La economía global afronta la amenaza más grave desde la crisis a medida que el coronavirus se propaga”.

El organismo prevé un parón de la actividad comparable al sufrido durante la burbuja de las ‘puntocom’ y peor al de la crisis de inicios de los noventa tras la invasión de Kuwait y la crisis de los países del este de Europa. Si el contagio de China finalmente se extiende al resto del mundo, el crecimiento global podría ralentizarse hasta el 1,5%, provocando una recesión en varios países, entre ellos, muchos europeos y también la eurozona.

¿Hacia otra crisis?

Algunas casas de análisis ya han dado rienda suelta al pesimismo por el coronavirus. AXA IM es probablemente la más tremendista: ha rebajado hasta el 0,2% el crecimiento de la eurozona para el conjunto del año y el de España lo deja en el 0,9%. Esto significa que el crecimiento este año sería apenas un tercio del que fue en 2019 y pondría varios países contra las cuerdas. “El impacto global de la epidemia ya no solo se limita a efectos secundarios en los exportadores a China”, señala Gilles Moëc, economista jefe de AXA IM, quien alerta de que los viejos vientos de cara, como la debilidad global de la inversión empresarial y los riesgos ya presentes, no han desaparecido y “podrían agudizarse a causa de la emergencia sanitaria”.

Italia será el país europeo que primero entre en recesión, de hecho, actualmente estaría atravesando esa situación. El país vive sumido en una crisis permanente como consecuencia de sus reiterados fracasos económicos, que provocaron que el PIB se contrajese un 0,3% en el cuarto trimestre de 2019. Esto significa que en el primer trimestre de este año probablemente entrará en recesión. Algunas casas de análisis son incluso más pesimistas: Bank of America prevé que la economía italiana se contraerá un 0,2% en el conjunto del año y Credit Suisse eleva la recesión hasta el 0,5%.

China va camino de sufrir una dura contracción en el primer trimestre del año, una situación impensable hace solo un mes. Los datos del PMI de febrero son más que alarmantes. El indicador de actividad manufacturera se desplomó hasta 40,3 puntos, muy lejos de los 50 puntos que marcan el umbral entre la expansión y la contracción de la actividad. Se trata del peor dato nunca antes registrado, incluso por debajo de los peores momentos de la crisis. “La producción, la contratación y el empleo cayeron al mayor ritmo desde que comenzó la encuesta hace 16 años”, explica IHS Markit, “las cadenas de valor también fueron afectadas gravemente”.

La producción, la contratación y el empleo cayeron al mayor ritmo desde que comenzó la encuesta hace 16 años

También el sector servicios chino está sufriendo un grave estancamiento, consecuencia indudable del hundimiento de la demanda. En China, no es muy común que se publiquen cifras económicas tan malas, ya sea porque no se producen o porque exista un férreo control de las autoridades sobre la información que se ofrece.

“Estos datos apuntan a que el impacto del coronavirus en el crecimiento del primer trimestre será muy significativo”, explica el equipo de análisis de CaixaBank Research. En su opinión, “si se logra controlar la epidemia en el primer trimestre, deberíamos ver un repunte de la actividad a partir del segundo”. No obstante, a medida que aumenta el número de contagios y se van extendiendo, el escenario parece ser cada vez más sombrío.

La desaceleración de China afectará directamente a los países que se sitúan en su órbita comercial. Corea del Sur, Singapur, Australia e incluso Japón están sufriendo con dureza las consecuencias de la parálisis económica del gigante asiático. La OCDE recortó el lunes sus previsiones de crecimiento entre 0,5 y 0,2 puntos del PIB en el escenario base (optimista). Este recorte también deja Japón al borde de otra recesión, después de que su economía se contrajese nada menos que un 1,6% trimestral en el cierre de 2019 por el impacto de la subida del IVA sobre el consumo.

Aunque el impacto del coronavirus será desigual, los países más afectados van a ser precisamente aquellos que tienen una demanda interna débil y un sector exportador potente. Es el caso de Japón y también de Europa. El modelo de crecimiento basado en la devaluación interna y las exportaciones competitivas muestra su peor cara cuando el comercio global se tambalea.