¿Estamos preparados para Internet de las Cosas?

Si enfocamos nuestra lupa en las famosas cosas inteligentes básicamente vemos tres componentes: sensores, actuadores y electrónica. Los sensores miden alguna variable física, como temperatura, humedad o velocidad. Los actuadores pueden ser interruptores, válvulas, motores que hagan algún cambio en su entorno. Finalmente, la electrónica tiene los algoritmos para manejar los actuadores, traducir las mediciones de los sensores en valores numéricos y ejecutar algún algoritmo, además de mantener comunicación con servidores, objetos y personas.

La adquisición y digitalización de datos lleva décadas de desarrollo, así como los protocolos de comunicación y los algoritmos. Lo disruptivo en Internet de las Cosas es que se defina una plataforma uniforme de comunicaciones (precisamente Internet, utilizando protocolo IP) que permita que la conectividad no se limite a un fabricante, una solución o una implementación. De este modo, la interoperabilidad escala globalmente y logra interacciones con otros sistemas, marcas o modelos. Así como se liberan las fronteras de las tecnologías y la cantidad de datos que este sistema mundial de cosas genere, procese, almacene y transmita es ilimitada.

Este panorama crea un nuevo problema: el exceso de datos y la falta de información. En IoT, los datos no están estructurados, es decir, no están organizados todos de la misma manera como en una base de datos relacional. Existen datos de diferente naturaleza: números, imágenes, videos, grabaciones de audio, texto plano. Como si esto fuera poco, la información la necesitamos ahora, en tiempo real. El enfoque para estos problemas se encuentra dentro de los conceptos de Analytics y Big Data.

Para trascender las fronteras de la implementación, y sacar provecho de que las cosas conectadas a Internet, es preciso que de algún modo los datos se muevan a través de la nube. Así entra en juego otra de las tendencias, que la consultora IDC llamó cloud computing.  Esto genera nuevos desafíos. ¿Es necesario que un gran volumen de datos suba a la nube, cargando enlaces, procesadores y almacenamiento para volver a bajar? La respuesta es no, y para resolver esta cuestión surge el concepto de fog computing. En este modelo, los datos son pre-procesados local o regionalmente, en lugar de ir a grandes centros de datos, y los datos que suben a la nube ya están parcialmente digeridos, para terminar allí el análisis y la presentación.

Smart TVs, autos conectados y relojes inteligentes son sólo algunos ejemplos reales y más conocidos que dan cuenta que IoT ya está entre nosotros. Por su lado, cloud computing también tiene un nivel de madurez que permite mover aplicaciones de negocios a la nube. Big Data y Analytics ya se combinan para dar resultados de negocio. Todo esto nos hace concluir que IoT ya está entre nosotros. Las empresas deberán ser creativas y aprovechar la fusión de estas tecnologías para sumar sus procesos de negocios y sacar mayores ventajas de IoT. Los ejemplos en algunas industrias están despegando y pronto veremos en el país soluciones novedosas en segmentos insospechados.

Por Andrés González, Consulting Manager Logicalis Southern Cone