La nube versus edge computing

La nube ha entrado con fuerza al mundo IT, y ¿por qué no habría de hacerlo? Hoy podemos agregar o eliminar recursos para cómputo y almacenamiento, según se vaya necesitando. No hay de qué preocuparse en cuánto a dónde quedan ubicados dichos recursos. La nube tiene su lugar y, sin embargo, tiene un defecto: la nube no nos permite saber dónde se ubican los recursos de cómputo y almacenamiento. Para el IoT, resulta crucial contar con la capacidad de responder en tiempo real a los sucesos.

Al aprovechar aplicaciones que funcionan en tiempo real, la latencia del sistema se convierte en elemento crítico; “menos es más”.

Uno no puede resolver la latencia si no sabe dónde se ubican los recursos de cómputo y almacenamiento. Pero hoy, no solo no sabemos dónde se ubican los recursos, sino que la ubicación puede cambiar de acuerdo a las necesidades del proveedor de la nube para equilibrar la carga entre los servidores de su centro de datos. Peor aún, la latencia puede variar según el proveedor desplace los recursos en su centro de datos.

El Edge Computing puede rescatar nuestras redes de una latencia excesiva.

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