México: Red Mayorista Compartida para móviles, ¿LTE o LTE-Advanced?

[influencers author=”Jesús Romo de la Cruz” twitter=” https://twitter.com/Dackjaniel” linkedin=” https://www.linkedin.com/in/romodelacruz” img=” https://media.licdn.com/mpr/mpr/shrinknp_400_400/p/6/005/055/1a6/1faf69d.jpg”] Consultor y Analista de Telecomunicaciones, TIC y Medios en Telconomia[/influencers]

En mayo de este año el operador Entel en Chile anunció el lanzamiento de servicios LTE-Advanced (LTE-A) utilizando agregación de portadoras (carrier aggregation) en las bandas 700 MHz y 2.5 GHz, dos bandas que en México representan el espectro radioeléctrico aprovechable entre 2016 y 2018. El espectro es un recurso importante para permitir la mejora de la oferta de banda ancha móvil.

En México la oferta de 4G LTE depende actualmente de dos bandas: AWS-1 (Telcel y AT&T) y 1.9 GHz (Telefónica). A principios de 2016, AT&T y Telcel obtuvieron nuevas licencias AWS-1 (acumulando ahora 50 MHz y 40 MHz en la banda, respectivamente) y Telcel obtuvo además 40 MHz en la extensión AWS-3, aunque estas últimas frecuencias estarían en operación hacia 2018. Los operadores móviles en el país cuentan también con espectro en 850 MHz y 1.9 GHz que habilita las redes 2G y 3G.

Por esta razón, la expectativa de despliegue de servicios LTE-A en México sería dependiente de una solución “in-band” aprovechando, por ejemplo, el espectro contiguo en AWS-1. Una alternativa para utilizar otras frecuencias está en el “refarming” de las bandas 850 MHz y 1.9 GHz.

La Red Compartida nacerá en un momento en el que al menos una red LTE tendrá anunciada cobertura en el 70% de la población. De esta manera, una de las interrogantes cruciales sobre la Red Compartida es cómo conseguirá que los concesionarios de redes móviles (y no sólo los operadores móviles virtuales) contraten la capacidad que comercializará como entidad mayorista.

En Ruanda el proyecto Olleh Rwanda Networks (ahora conocido como Korea Telecom Rwanda) es quizás el caso más parecido a la Red Compartida en términos estructurales. Pero a diferencia del caso que veremos en México, la red en Ruanda fue la entidad que lanzó al mercado los servicios 4G concentrando elementos que le permitieron ser la “habilitadora” de una red LTE (una red nacional de fibra óptica y espectro reservado).

En suma, se convirtió en la única organización con infraestructura para desplegar LTE y su presencia se volvió central para el lanzamiento de 4G para los operadores comerciales. El mayorista en Ruanda tiene concesionadas las bandas 800 MHz y 1800 MHz, por lo que se anticipa que eventualmente despliegue LTE-A aprovechando ambas bandas.

En México la Red Compartida no cumplirá con la función de “habilitador” LTE porque los operadores ya desplegaron esta tecnología. Al no contar con un “monopolio” de infraestructura para LTE, la Red Compartida tiene un panorama diferente al del proyecto en Ruanda.

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Dada la reprogramación de la subasta 2.5 GHz para que concluya en 2018, la Red Compartida podría solicitar su inclusión en el proceso y buscar espectro adicional para convertirse en una red LTE-A a poco tiempo de su nacimiento. Aun así, difícilmente podría considerarse a la Red Compartida como el “monopolio” efectivo de la infraestructura o capacidad para LTE-A dado que los operadores comerciales han seguido anunciando inversiones y cuentan con licencias de espectro que les permite comercializar LTE actualmente. La licitación de 2.5 GHz sería una competencia directa por obtener espectro adicional con miras a sustentar redes LTE-A en México.

Por esta razón es importante considerar la cantidad de interesados en la licitación 2.5 GHz, pues a los operadores móviles con red y a la Red Compartida se les podrían unir proveedores de telecomunicaciones fijas tomando en cuenta que algunos cuentan ya con 60 MHz de esta banda condicionados a que desplieguen servicios de banda ancha próximamente.

El diseño de la licitación es otro punto a considerar. Si se utilizan bloques regionales en lugar de nacionales, los participantes en general y la Red Compartida podrían diferir en cuanto a sus áreas objetivo, introduciendo competencia diferenciada por lote en función de su ubicación geográfica.

Independientemente de la forma de la licitación, resulta poco probable que la Red Compartida se pueda convertir en el “monopolio” o “habilitador único” de LTE-A. Los operadores comerciales cuentan con recursos y han anunciado inversiones que pueden impactar en la actualización tecnológica.

Y aunque los operadores de red son algunos de los clientes objetivo de la Red Compartida mayorista, en el concurso 2.5 GHz estarán compitiendo directamente por el espectro radioeléctrico, un insumo clave. La banda 2.5 GHz puede materializar la posibilidad de utilizar carrier aggregation en conjunto con bandas como 700 MHz APT (Banda 28 LTE), AWS-1 (Banda 4 LTE) en los próximos años.

La presión competitiva que puede representar la Red Compartida en subastas de espectro puede extenderse hacia nuevas asignaciones de espectro, como la de 600 MHz que ocurriría hacia 2020. Pero ante esto debe considerarse que la Red Compartida no tendrá recursos infinitos y que el contrato de 20 años para la asociación público-privada implica un plazo de al menos 5 años de demostración de cobertura en los que debe realizar inversiones y tal vez operar temporalmente en “números rojos”.

Si en los planes de los consorcios que competirán por el proyecto de la Red Compartida está desplegar un “par” con la banda de 700 MHz y 2.5 GHz, además de recursos económicos para costear el espectro adicional, se requerirá de una planeación estratégica y eficiente para volverse central en la oferta de banda ancha móvil en condiciones de calidad y con cobertura, que es su objetivo principal. Para esto se requiere considerar áreas sub servidas y capitalizar algunas tendencias como los operaodres móviles virtuales o comunicaciones máquina a máquina (M2M).

Aunque su operación sea diferente a los operadores móviles comerciales, la presencia de la Red Compartida constituye un nuevo competidor en materia de espectro. Está por probarse si será también un factor en la modernización de la infraestructura para los servicios móviles.