OMS: “Estamos preocupados por la inacción”

Desde inicios de 2020 el coronavirus ha ido infectando las fechas del calendario. Veíamos cómo el virus campaba a sus anchas en China pero los kilómetros relajan la tensión y decidimos que el riesgo de contagio era leve.

Sin embargo, las muertes comenzaron a sucederse y, con ellas, el Organización Mundial de la Salud decidió decretar la alerta sanitaria internacional. Un tímido paso (y con días de retraso tras dividir en dos a su comisión) para un patógeno del que no se tienen registros más allá del día a día. China sabía lo que tenía encima pero Europa miró con suficiencia hacia oriente y no se abrigó ante la amenaza.

Prueba de ello es que los contagios que comenzaron a llegar con cuentagotas a finales de enero eran europeos, no chinos. España se estrenó en esta, ahora, pandemia con turistas alemanes e ingleses. Dejamos pasar los días, sin prevenir absolutamente nada. Hicimos de cigarra y ni siquiera nos quedamos con unas cuantas mascarillas por si acaso. Hoy la realidad nos recuerda que hemos menospreciado tanto al coronavirus como a los países que nos precedieron en el contagio.

Cuando el virus llegó a Italia y se descontroló por el norte del país se nos torció el morro. Por primera vez vimos que el virus no entiende de fronteras o sistemas políticos y que no le importa cuan desarrollado esté un país frente a otro. De hecho, uno de sus mayores alimentos es esa suficiencia que evita estar preparados a tiempo y tener un carácter preventivo.

No es un problema concreto de España, también lo es de la OMS, que por cierto es la que coge ahora las riendas y esperemos que no lo haga tan dividida como hace dos meses. La diferencia entre epidemia y pandemia conlleva, más allá de las definiciones ligüisticas, que ahora es la OMS la que marca las reglas del juego. Todas las naciones están obligadas a dar respuesta en el marco que recomiende la organización.

A partir de este momento, el organismo supranacional decide cuáles son las medidas que se deben llevar a cabo y corresponde a los países tomar las políticas necesarias para cumplirla. Desde Japón hasta Estados Unidos y pasando por Europa. Todos deben hacer lo que decreta la Organización Mundial de la Salud. Las palabras del director general de la OMS precisamente redundan en este cambio. “Estamos preocupados por la inacción”, decía al tiempo que mostraba su preocupación por la propagación, la otra gran característica de una pandemia frente a una epidemia.

Ese es el principal cambio de escenario, pero la definición sanitaria de pandemia también conviene aclarar ciertas cosas. La primera es que la palabra hace referencia a la propagación y no a la peligrosidad del virus. No ha mutado ni se ha vuelto más letal. Simplemente está en muchos países al unísono por, principalmente, la falta de medidas para controlar el contagio. Lo que ha ocurrido, principalmente, es que la OMS se ha cansado de que la ignoremos y ha sacado la bandera del liderazgo. Quiza lo debió hacer hace un mes.