Samantha creada para enamorar

Samantha es la primera muñeca sexual, creada por un científico catalán que integra un potente microprocesador que le permite interactuar con las personas en modo familiar, romántico o erótico

Sergi Santos, experto en nanotecnología lleva años trabajando en generar un producto que cumpla con una de las necesidades primarias del ser humano, el afecto. El mercado de las muñecas sexuales tiene un amplio recorrido en Estados Unidos y en Japón, no así en Europa que es muy incipiente. Hace unas semanas atrás, se inauguró en Barcelona el “primer prostíbulo de muñecas sexuales”.

Buscando crear una muñeca muy parecida a una mujer real Sergi logró crear a Samantha, un prototipo que pesa 40 kilos, de ojos verdes y cabello castaño, de medidas ideales: 90-55-90.

El material con el que está construída se denomina TPE(elastómero termoplástico, muy similar a la silicona médica). A este cuerpo perfecto se le suma un microprocesador “cerebral” que funciona mediante un algoritmo potente creado por Sergi que le permite a Samantha interactuar con las personas de distintos modos, desde ser una compañía para ver la televisión sentada en un sillón, hasta “llegar al orgasmo en un acto sexual, siempre que su acompañante sea capaz de estimularla convenientemente”.

“Estoy muy cansado de intentar explicar lo que hago y que nadie lo entienda o que me digan que no sirve para nada”, dice Sergi. “Ahora mis colegas científicos replican que este proyecto no tiene ningún impacto científico, pero yo pienso todo lo contrario: Samantha es muy fácil de explicar y todo el mundo entiende a la primera para qué sirve. Al fin y al cabo, el objetivo de la tecnología es que se entienda para poder darle una aplicación concreta y así poder venderla”, reflexiona.

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Sergi trabaja en su casa- la cual también habla y se llama Alexa –la cual ha sido transformada en un taller, donde trabaja con múltiples muñecas para llegar al mejor prototipo. La empresa de referencia para este científico es Real Doll, que se encuentra en Silicon Valley, aunque la gran mayoría de estas muñecas se fabrican en China.

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Real Doll, creada por Matt McMullen, tiene previsto sacar al mercado a finales de año una muñeca sexual que integrará un sistema de inteligencia artificial con el objetivo que el cliente pueda “moldear su personalidad” y “crear una relación duradera en el tiempo” con ella, un proyecto similar al que lleva adelante Sergi.

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“RealDoll produce muñecas de alta gama hechas de silicona médica. Que este material sea mejor que el TPE, que cuesta mucho menos, no está del todo claro. Si compras en RealDoll, pagas hoy –entre 8.000 y 10.000 dólares- y la muñeca te llega directamente de Silicon Valley en varios meses. Mi objetivo es que los clientes ansiosos de ver a su muñeca lo puedan hacer lo antes posible, en pocas semanas, y que el precio se ajuste a todos los bolsillos para que mucha más gente pueda acceder a esta tecnología”, comenta Sergi. “Además, Samantha trabaja offline. Esto significa que todo lo computa en su cabeza, lo que asegura la privacidad del cliente desde todos los puntos de vista”.

“Mi objetivo no es sólo que copulen con Samantha, sino que se enamoren de ella”, concluye.

RealDoll