Alimentos high tech: ¿Utopía o realidad?

Desde hace añares que la tecnología encuentra nuevas maneras para meterse en nuestras vidas, lo queramos así o no. Con la misión de solucionarnos problemas, o facilitarnos accionares cotidianos, en los últimos tiempos los avances de la comunidad científica se han encargado de invadirnos hasta en los lugares más impensados. La industria alimenticia no es la excepción.

Primero habría que comenzar por definir la palabra tecnología. Si la buscamos en el diccionario aparece como: el conjunto de instrumentos o recursos técnicos empleados en un determinado campo. Tras esta definición, podemos afirmar que la misma está presente en la cocina desde hace ya mucho tiempo. Pero vamos a adelantarnos un poco hasta la llegada de los electrodomésticos. Resolviendo en un santiamén, un actuar que podía llevar mucho tiempo. Desde exprimidoras, hasta cafeteras. Desde microondas hasta licuadoras. La tecnología conquistó de manera definitiva nuestro comer. Ahora no solo las grandes empresas de alimentos contaban con máquinas del futuro, sino que habían llegado a nuestra casa para solucionarnos la vida.

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Luego, ese concepto de comida futurista, se traspola de nuestra cocina hacia otro lugar impensado. Como logramos ver en películas de astronautas o en documentales de la NASA, la tecnología resultaba vital a la hora de envasar o elegir que alimentos  debían enviarse a las distintas estaciones espaciales para que cumplan nutritivamente las necesidades básicas que un ser humano necesita. Puedes ver más detalles en esta nota de El Universal. Desde la primera misión a la luna, vimos esos paquetes plateados envasados al vacío, o ingredientes en polvo o deshidratados para que puedan aguantar meses en el espacio. Nos mostraron todo eso, y pensamos que se trataba de un caso particular, que era imposible que en nuestra rutina pudiésemos aplicar esas técnicas para alimentarnos, que hoy en día se encuentran en nuestra mesa o las puedes ver en las promociones de Carrefour o las ofertas de Coto.

Y por último, llegó ‘El Bulli’, y la gastronomía molecular. La tecnología había llegado a los restaurantes. Ferran Adriá, el chef  español y dueño de El Bulli, se propuso revolucionar el mundo de la alta cocina. A través de la experimentación y la investigación, introdujo una nueva manera de preparar un plato. Descansando los sabores en transformaciones químicas y físicas que ocurrían en los ingredientes durante la preparación, y durante su comer, redefinió la comida, y la volvió una experiencia volátil y dinámica. Después de años de procesos fallidos, El Bulli se volvió durante años, el  mejor restaurante de Europa, y para sentarte a comer deberías reservar con años de anticipación. Ferran se volvió un vanguardista, y su estilo fue apropiado por los mejores chefs del mundo.

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Como pueden ver el High-Tech ha estado en nuestro haber cotidiano desde hace ya tiempo. Hoy más que nunca, se encuentra a prueba por las empresas más prolíficas del mundo. Se han encontrado maneras para conservar productos y alargar su tiempo de vida. También formas para evitar su putrefacción. Hasta se ha invertido la tecnología para eliminar ciertos colesteroles o propiedades que se quisieron eliminar en determinados productos. Esto ha sido definido por muchos organismos o pensadores, como un elitismo alimenticio. Más allá del supuesto carácter que tiene el High-Tech, que busca lograr aprovechar mejor los distintos componentes de la comida, y explotar al máximo la ciencia aplicada en esos productos, para garantizar el abastecimiento total de la población, otros lo han visto como un camino imposible, utópico, innatural y ultracapitalista por sobre todo.

Creer que la aplicación de un concepto es utópico, no necesariamente debe ser nocivo. Si algo nos enseñó el escritor uruguayo Eduardo Galeano es que la utopía es el horizonte. A medida que te acercas a él, se aleja. Si caminas 10 pasos, el horizonte avanza 10 pasos también. Pero justamente para eso sirve la utopía. Para caminar. Si el High-Tech vino para hacernos caminar, para que evolucionemos como especie, bienvenido sea. Sin importar la cantidad de pasos que demos, el avanzar está asegurado.