Disturbios en Francia en protesta por la implementación de Uber

Los nuevos modelos de negocios derivados de la tecnología producen un quiebre, pero no sólo en lo económico, sino también en lo social. Esto pudo palparse primero con las protestas contra Uber en México, pero en la capital francesa llegó a su pico máximo de violencia, con un enfrentamiento entre taxistas, la policía local y conductores de Uber.

De acuerdo con datos de las autoridades, cerca de 3.000 taxistas protestaron el jueves 25 en París contra Uber. El motivo es el mismo: una empresa estadounidense que ofrece una aplicación para coordinar viajes e ignora todo tipo de legislación local arremete contra la industria del transporte de un país, regulada y profesionalizada. Por ello, los taxistas franceses llamaron a una huelga, cortaron las vías de acceso a los aeropuertosCharles-De-Gaulle y Orly, y quemaron neumáticos.

Los incidentes pasaron a mayores cuando la policía intentó tranquilizar a los automovilistas, pero éstos respondieron arrojando proyectiles hacía los agentes. La policía francesa detuvo a un taxita y a un conductor de Uber. Por su parte, el ministro del Interior, Bernanrd Cazeneuve, le pidió al jefe de la policía Parisina que prohibiera a la app UberPOP, pero sólo una order judicial podría hacerla ilegal en el país galo.

Manuel Valls, primer ministro francés, mostró sus deseos de tener una audiencia con las autoridades del sindicato de taxistas, pero éstos indicaron que las conversaciones con el gobierno han terminado. Uber, por su parte, condenó los actos de violencia y se solidarizó con los usuarios y choferes de Uber damnificados, pero subrayó que la justicia francesa no ha declarado a Uber ilegal.

Lo cierto es que actualmente existe un gris entre la economía real y la virtual. Uber se define a sí misma como una compañía de tecnología, cuando en realidad es una empresa que presta servicios de transporte. Y su carácter de empresa global es usado como excusa para que ignorar las responsabilidades: sus conductores pueden no tener licencias profesionales y ellos (no Uber) tendrían problemas legales en caso de accidentes, pues las aseguradoras marcan una diferenciación entre transporte “con fines privados” y “con fines comerciales”.

Los gobiernos, tal como sucedió en el caso francés, deben actuar proactivamente para regular estos servicios a simple vista parecen inocuos, pero pueden perjudicar a sectores de la economía. Y el lugar que deja vacío la regulación, suele ser llenado por quienes quedan fuera del mercado, generando conflictos de esta magnitud.

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