El refugio de montaña del futuro es modular y sustentable

Los refugios de montaña han servido de protección para montañeros y escaladores cuando las condiciones climáticas se volvían extremas. Un grupo de arquitectos búlgaros descubrió que muchos de los antiguos refugios han sido destruidos o se encuentran en muy malas condiciones, lo que pone en riesgo a los posibles montañeros.

Por este motivo, los arquitectos de Lusio Architects con Krassimir Krumov e Ivanka Ivanova diseñaron para el concurso “Arquitectura de 2050” un proyecto en el que presentaban el refugio de montaña del futuro.

En este proyecto el refugio está compuesto por cuatro módulos independientes revestidos de aluminio. Estos módulos se pueden transportar en helicóptero a las cotas más de montaña más altas y ensamblarse en el terreno. El refugio es una edificación sostenible que cuenta con las últimas innovaciones tecnológicas para asegurar la comodidad de quienes lo necesitan.

Porque la función del refugio puede ser amplia (desde mero refugio para descansar a auténtico salvavidas en casos extremos), han integrado en el diseño varios elementos para ayudar a la seguridad y al rescate de los montañeros.

Cuando alguien entra en el refugio una conexión de video directa se activa automáticamente, y el sistema de calefacción del suelo se enciende gracias a la energía solar y eólica capturada y almacenada por el refugio.

También se incluye un sistema de hamacas en las paredes del refugio para proporcionar múltiples espacios de descanso a la vez que se ahorra espacio.

En función de las condiciones climáticas, el refugio cambia de modo para garantizar la seguridad de las personas que se encuentran dentro. Los modos incluyen “Modo ENCUENTRA ME”, “Modo RESCATE ME” y en tiempos de mejor clima, “Modo RELAJANTE”.

En el diseño del refugio se ha tenido en cuenta hasta el más mínimo detalle.

La estética y diseño del refugio parece estar inspirada en los refugios clásicos pero, su imagen futurista, viene determinada por su revestimiento de aluminio que tiene otra función de seguridad. Cuando se ensambla y con buen tiempo, el refugio aparece “escondido” en la ladera de la montaña para “no atraer visitantes no deseados”. En caso de mal tiempo, el refugio se convierte en un faro, “con luces y sonido que lo hacen extremadamente fácil de encontrar incluso en la más espesa niebla”.

Por cierto. Con este proyecto, el equipo de Lusio Architects, Krassimir Krumov e Ivanka Ivanova ganaron el concurso. Aunque quizás, el mayor premio sea que se está trabajando ya en el prototipo que se instalará en Vitosha, Bulgaria, en el otoño de 2018 y si tiene éxito, el Instituto Antártico Búlgaro contratará otro refugio para su base en la Antártida.

Fuente: WEF