La “app” para manejar todas las restricciones de la nueva realidad

Buuble aspira a convertirse en un punto de encuentro de la nueva realidad. La llamada desescalada, al margen de la fase en la que estemos, ha demostrado que toca cambiar determinados comportamientos para dejar atrás la pandemia. Y esto es lo que pretende reforzar la app.

Ahora mismo se encuentra en fase de desarrollo. Hasta dentro de unos 15 días no aparecerá en las tiendas móviles. Todavía puede sufrir alguna modificación, pero su esqueleto está definido. Una aplicación con la que organizar todo el ocio, desde restaurantes hasta gimnasios pasando por piscinas. Una aplicación donde usuarios, negocios y Administraciones manejan las restricciones impuestas por el covid mediante su sistema de burbujas.

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El funcionamiento es muy sencillo. En la pantalla principal el usuario encuentra las opciones de ocio disponibles. A partir de ahí, escoge una franja horaria, un área delimitada en caso de piscinas y playas y selecciona a las personas que le acompañarán, en la app se denominan burbujas sociales —si vamos solos, no será necesario—. Para cerrar el círculo, cuando sea un espacio pago se puede abonar el total o repartir los gastos desde la propia interfaz. El creador de la app, Iñaki Nieto, explica que la intención no es otra que democratizar el espacio público y reactivar la economía lo antes posible. “Lanzo el prototipo y que me copie quien quiera”, añade.

La otra cara de la moneda son las empresas y la Administración. Gracias al panel de control, donde se gestiona información como franjas horarias, división del espacio disponible y nivel de ocupación, acceden a unos datos valiosos para coordinar las limitaciones impuestas por ley. Nieto, que asegura que la app se adapta y personaliza a las plataformas ya existentes, pone como ejemplo las playas. “Las autoridades verían en esta pantalla cuáles están más llenas y podrían dirigir a los usuarios hacia aquellas que estén vacías. Si hablamos de hostelería, un bar sabría para qué hora recibe más reservas, de tal forma que podría mejorar su modelo de negocio”.

Esto es lo que la teoría afirma, pero la realidad rebate. Comenta el creador que las Administraciones Públicas, con las que ha mantenido diversas reuniones, no terminan de ver el proyecto. Unificar todo bajo un mismo paraguas les convence más bien poco. “Y mira que te expresan sus dudas de que puedan abrir las piscinas municipales por no saber cómo regularlas”, exclama. No esconde su asombro ante unas contestaciones que califica como vagas. En su opinión, a nadie debería sorprenderle si los celulares empiezan a cargarse de más y más aplicaciones para gestionar por separado el ocio disponible. Una realidad parecida a la de las apps de rastreo de contagios o las de movilidad urbana.

Las burbujas pretenden evitar posibles abusos en la utilización de zonas públicas. En el caso de las iniciativas privadas la finalidad se centra más en la gestión y pago de las reservas. La ventaja de este sistema social es que el usuario puede crear tantas como estime necesario. Es decir, una burbuja con familiares, otra con amigos y otra para compañeros del trabajo. Es un mecanismo para controlar que si cinco personas van durante la mañana a una piscina, el sistema lo registra y les impide acudir también por la tarde.

Algoritmos restrictivos

Detrás trabaja un algoritmo que tiene en cuenta en qué momentos del día disfrutamos de los servicios, así los rota a lo largo de la semana y el mes. Tal y como sostiene Nieto, es una tecnología que impide que existan privilegios. La propia aplicación, según la información previa que disponga de las reservas, habilita unas posibilidades u otras. Apela a las discotecas, pese a que su fecha de reapertura se atisba aún lejana. “Si un sábado has podido ir entre las dos y las seis de la mañana, la próxima vez solo te dará la opción de acudir entre las diez de la noche y las dos de la mañana, por ejemplo”.

Hasta aquí todos los planes para convivir con el inicio de la nueva realidad, aunque la idea es introducir más servicios en el medio plazo. Esto no deja de ser un negocio con el que, aparte de ayudar, quiere obtener ciertos beneficios. Si las cuentas cuadran, Nieto pretende incluir promociones que aparezcan en la pantalla de los usuarios cuando se acerquen a un establecimiento. Un mecanismo clásico para incentivar el consumo. Otra opción que plantea, aunque probablamente aparezca en el desarrollo final, es la geolocalización, de tal forma que indique en el celular qué terraza está mas cerca de mi ubicación para el horario que deseamos.

“Tenemos demasiada descoordinación. Faltan elementos para abordar un problema tan grave como las consecuencias de la pandemia. Desde que entramos en fase uno parece que los problemas hayan desaparecido, pero nos toca convivir con el virus”, lamenta. Su apuesta está encima de la mesa. Sea por razones económicas o sociales, existe una posibilidad factible de centralizar el ocio siempre y cuando todos los implicados la apoyen. Independientemente de cómo termine la aventura, va a seguir invirtiendo tiempo y esfuerzo en desenredar una madeja sin recetas previas. “La mayoría de las entidades, tanto públicas como privadas, andan muy perdidas con este tema”, concluye.