La banca latinoamericana se mantiene resiliente en un entorno económico retador

La tensión social y política parece ser una de las notas más sonoras hoy en la región latinoamericana. México se encuentra en una cruzada contra la economía ilegal; Bolivia en medio de tensiones electorales y sucesiones; Perú solucionando problemas que lo llevaron a una crisis constitucional; Ecuador en medio de protestas por un ajuste del gasto público, necesario para reacomodar las finanzas públicas; Colombia en medio de jornadas de protestas sociales; Venezuela decreciendo económicamente a una tasa estimada por la CEPAL que puede bordear la catastrófica cifra del -23%; Argentina en medio de una recesión y un delicado proceso electoral que hoy espera por definiciones y planes económicos; y Nicaragua sin haber superado las protestas y con una recesión en ciernes. Caso especial ofrece Chile, la economía con mayor ingreso per cápita en la región, y con una población pobre por debajo del 10% de su población, estalló en una ola de protestas que revelaron inconformidad y ha llevado a que se hable de reformas constitucionales y cambios legales.

El reciente período económico a nivel mundial ha mostrado más desaceleración económica y menor capacidad de respuesta por parte de parte de las autoridades a nivel global. El endeudamiento público y privado, la baja productividad de los factores, el envejecimiento de la población (sobre todo en geografías como Europa) y los efectos de la destrucción creativa (que afecta algunas industrias y sectores con mucho mayor énfasis) se suman a las tensiones geopolíticas, los conflictos comerciales, la desaceleración del sector manufacturero a nivel mundial, la menor velocidad de la economía China, y las tensiones sociales que se dan en varias regiones del mundo.

Según el Informe Trimestral Económico Bancario Regional de Felaban, al cierre de junio de 2019, los países que integran la subregión de América Latina enfrentan mayores presiones macroeconómicas, provenientes tanto a nivel mundial como de sus países vecinos. Similarmente, las perspectivas económicas de la región no son muy alentadoras: diversas entidades multilaterales estiman que el crecimiento económico de la región oscilará entre 0.2% y 0.5% al final de 2019, cifras que difícilmente permitirán solucionar en forma permanente las crecientes necesidades sociales de la población latinoamericana.

Por su parte, el primer semestre del sector bancario latinoamericano recibió directamente los impactos de dicho menor crecimiento económico. A la luz de los números con corte a junio de 2019, podría decirse que en junio de 2019 la cartera creció tan solo 1.6% interanual en términos reales, cifra a la baja explicada en gran parte por el entorno económico adverso de Argentina y Nicaragua. Excluyendo estos dos países, el crecimiento real anual de la cartera latinoamericana a la misma fecha habría ascendido a 5.1%. Similarmente, la cartera vencida promedio a nivel regional se ubicó en 2.5% a junio de 2019, registro levemente superior al registrado un año atrás (2.4%). A su vez, la rentabilidad promedio del activo (ROE) se ubicó en 1.66% en el mismo período, mostrando una leve mejoría con respecto al año anterior (1.56%).