La economía del bien común

Aunque aun no ha sido traducido al inglés, este libro escrito originalmente en francés ha sido preseleccionado por el Financial Times para el concurso de mejor libro de negocios del año. Los 17 libros preseleccionados abarcan desde temas de administración de negocios hasta tecnología y finanzas. En español, ya fue publicado en papel en España y Colombia, y como ebook está disponible en Amazon.

Jean Tirole, premio Nobel de Economía 2014, es el académico más influyente en el mundo de la regulación económica, tanto en la teoría como en la práctica. No es común que los economistas académicos den prioridad en sus investigaciones a los asuntos más relevantes y actuales para el buen funcionamiento de las economías. En algunos círculos de la profesión hay incluso desprecio por quienes se enfocan en temas de política pública.

Paradójicamente, sin embargo, Tirole no había escrito antes prácticamente nada para el público no especializado. Quizás por eso, este es un libro que se ocupa de temas muy diversos, desde el rol de la profesión hasta cómo regular a Uber. El hilo conductor es la búsqueda del bien común mediante el uso de los intrumentos de política económica, social e institucional que pueden manejar los gobiernos para corregir las fallas de mercado. Aunque toda política debe usar incentivos económicos como palanca para conseguir el objetivo buscado, su efectividad puede estar limitada por comportamientos humanos que no corresponden al homo economicus de la economía tradicional: homo psicologicus, homo socialis, homo incitatus, y homo juridicus son los seres humanos reales que condicionan el funcionamiento tanto del mercado como del Estado.

Pero esta no es la única limitación para la efectividad de las políticas, ni posiblemente la más importante. A juzgar por su protagonismo en el libro, el problema fundamental son las asimetrías de información que necesariamente están presentes en casi cualquier relación económica: el vendedor sabe más de su producto que el comprador, el trabajador conoce mejor sus capacidades que la empresa a la que está postulando, el banco sabe mejor que el regulador financiero qué riesgos tiene su cartera, la empresa contaminante puede descubrir mejor que el gobierno cuál es la forma más barata de reducir la emisión de gases invernadero, el individuo que adquiere un seguro de salud sabe mejor de sus enfermedades que la empresa aseguradora. Para entender el funcionamiento de cualquier mercado, es preciso entender cómo las asimetrías de información influyen en las interacciones entre los participantes, especialmente cuando éstas son repetidas. De ahí que la teoría de juegos ocupe también un rol central en el libro.

No basta con entender cómo funciona un mercado para saber si debe ser regulado y cómo. Además es preciso preguntarse qué objetivos se quiere lograr. Aunque la eficiencia es usualmente el objetivo número uno en la mentalidad de los economistas, es imposible en la práctica reducirlo todo a esta métrica: también son objetivos válidos la redistribución, reducir la incertidumbre, mantener la cohesión social o tener control sobre la información privada. Con una gran lucidez, Tirole deduce las formas más adecuadas de regulación laboral, financiera o industrial a partir de una discusión de los objetivos, las asimetrías de información y los comportamientos más factibles de los participantes en los mercados.

Tirole no pretende tener todas las respuestas. De hecho, algunos de los mejores capítulos del libro son los dedicados a la organización industrial y las prácticas de operación de los nuevos sectores de la economía digital, en los que aun no hay claridad sobre cómo regularlos. Los lectores jóvenes encontrarán fascinante las secciones sobre las plataformas de dos caras, sobre las estrategias de las empresas digitales para aprovechar las externalidades de red y sobre el auge de los start ups en la economía digital.

Este libro tiene abundante material de lectura complementaria para cursos de todos los niveles de microeconomía, finanzas, economía laboral, economía y política industrial y economía ambiental. Como los capítulos son bastante autocontenidos puede pasarse fácilmente de un tema a otro. Un obstáculo para los lectores latioamericanos es que el contexto en casi todas las discusiones es el de Francia (y ocasionalmente otros países desarrollados). También es una lástima que la traducción al castellano sea pesada y algo descuidada (y sin la debida adaptación al español latinoamericano). Si este libro ha sido seleccionado por el Financial Times es seguro que la traducción al inglés es mucho mejor. Pronto lo sabremos.

Fuentes:  Financial Times/WEF/TyN