La formación de Ciudades Inteligentes será el principal desafío de la tecnología en 2017

Por Alberto Kravchuk, Presiente de Inside One

La temática “Smart City” viene sonando fuerte desde hace más de una década y es cada vez mayor la cantidad de habitantes en las ciudades. La forma en que estas áreas urbanas se gestionan y diseñan afecta directamente la calidad de vida de la población alrededor del mundo. Debido a su rápido desarrollo y crecimiento, el gobierno busca diariamente medidas para resolver los desafíos cotidianos que enfrentan las urbes, tanto económicos como ambientales y de infraestructura.

La tecnología se ha vuelto una aliada en la resolución de dichos problemas, a la vez que lleva a las ciudades a la innovación tecnológica y la sostenibilidad. Muchas ciudades de Argentina se han propuesto este cambio en la búsqueda por transformar a sus áreas urbanas en inteligentes. Sin embargo, la evolución a una Smart City no es fácil de lograr. Se necesita inversión y empresas que lleven a cabo procesos tecnológicos en base a las falencias visibles para llevar a una ciudad a convertirse en más eficiente y sostenible.

Una Smart city es la que logra adaptarse a los desafíos de la sociedad del conocimiento, es decir, es la que aprovecha las capacidades de sus habitantes para que esa ciudad sea mejor. No se puede planificar la zona en base a un producto, sino que debe ser en base a las necesidades. El Estado es un jugador fundamental para que haya ciudades inteligentes no solo por las personas sino por los procesos que se implementan, lo cuales deben ser regulados por dicha institución.

Actualmente se está generando un espacio de debate e intercambio para conocer las políticas públicas en materia tecnológica, el uso y la modernización de las tecnologías, y los principales retos que enfrentan los gobiernos para lograr ciudades y ciudadanos inteligentes en Argentina, garantizando un desarrollo social, económico y urbano sustentable. Se abordan temas como comunicaciones unificadas, gobierno digital, la nube, acceso a la información, Big Data, IOT y la aplicación de la innovación en ámbitos como la medicina y la educación.

Lo cierto es que se necesita una interacción entre las organizaciones y las urbes digitales para que los ciudadanos puedan ser beneficiarios, y que el gobierno plantee que el cambio tecnológico no está dado por el producto o la aplicación en sí, sino por la reeducación de la población para romper paradigmas. Una Smart City se logra cuando hay un gobierno inteligente, un ciudadano inteligente y un emprendimiento o empresa.  Si los tres no forman un triángulo de pensamiento hacia el cambio, es imposible lograr una ciudad así.

Las empresas buscan alcanzar la apertura, innovación y colaboración junto con el Estado, pero una ciudad con estas características no se logra sólo con la tecnología, sino que depende también de las personas que habitan en ella estén dispuestas a cambiar ciertos hábitos y es fundamental reeducarlos para que implementen la innovación. Además, ésta debe aprovecharse para comunicar y lograr un compromiso con social y medioambiental, aunque ya se está viendo un progreso y una intención por escuchar e implementar medidas para formar Smart Cities.

Se destaca la extensa tarea del gobierno por generar las condiciones necesarias en términos de conectividad y facilitación de la aplicación de las tecnologías disponibles en el país. Entre ello, existe un déficit importante en cantidad de antenas de telefonía celular en todo el país y por ello se percibe una mala cobertura y calidad de servicio. Todavía nos enfrentamos a la necesidad de definir los conceptos de innovación y de ciudades inteligentes a distintos niveles como Nación, Provincia y Municipios, ya que entrelaza todas las áreas desde los ámbitos como la seguridad, educación, salud, trabajo y transporte.

Más allá de las dificultades los municipios están conformando oficinas especializadas en dichas temáticas. Hoy hay un ecosistema permeable a escuchar y trabajar sobre estos temas.