La reimaginación del automóvil

Por Enrique Dans, Profesor de Innovación y Tecnología, IE Business School.

Mi columna en El Español de esta semana se titula “Reimaginando el automóvil“, y proviene de la experiencia de pasar por el Mobile World Congress de Barcelona y constatar que la presencia de compañías de automoción crece de manera consistente con respecto a años anteriores, y que los temas en torno a los que se posicionan ya no tienen que ver tanto con el entretenimiento al volante, como con una completa reimaginación del concepto de automóvil en torno a la idea de vehículo conectado, muy al hilo de la conferencia que tuve la oportunidad de dar en el stand de Seat el pasado miércoles.

Entender el automóvil como un producto completamente diferente a lo que representaba tradicionalmente: una plataforma de generación de datos que permite replantear totalmente la relación con el usuario, ofrecerle soluciones completas de transporte que van desde un mixto de producto y servicio que incluye conectividad, garantías, seguros de accidentes o mantenimiento o, en general, todo lo que conlleve el hecho de desplazarse de un lugar a otro, incluyendo la colaboración con plataformas que posibiliten el acceso a un vehículo en régimen de  ridesharingcarsharing carpooling. Que toda la industria en este momento parezca un auténtico juego de sillas musicales en el que todos buscan el socio adecuado para este tipo de aventuras deja claro el estado de la situación: el que se quede restringido a la visión tradicional y no explore estos nuevos elementos tiene mucho que perder.

Un conjunto de elementos que van desde la presión medioambiental y legislativa, el incremento de la oferta en múltiples formatos, las tendencias generacionales o la tecnología (electrificación, vehículo autónomo, etc.) convertidas en un marco conceptual en el que redefinir el automóvil como un dispositivo móvil más, capaz de generar datos del usuario y de ofrecer una experiencia de uso completa, a través de todas las opciones que ese usuario decida utilizar en función de sus circunstancias.

Un automóvil ya no puede seguir siendo ese producto que adquirimos, que depreciamos de golpe en un tercio de su valor al sentarnos en él, y que permanece igual, deterioro aparte, hasta que lo vendemos. En su lugar, un automóvil es ahora una plataforma cuyas prestaciones se actualizan de un modo muy similar a como lo hacen las apps en nuestro smartphone, que está siempre conectado e interactúa con el entorno y con nuestro perfil, y que traslada nuestra identidad digital de un vehículo a otro en el momento en que nos identificamos para sentarnos en él. Una industria completamente diferente, con otra mentalidad y otros perfiles profesionales. Que este cambio tenga lugar a la velocidad que algunos predecimos o lo haga con los plazos que cree manejar la industria tradicional ya es otra discusión.

 

El presente artículo fue tomado del blog del autor con su permiso.