Las consecuencias que habrá tras el lanzamiento de los vehículos autónomos

Tesla, Ford y Toyota, por mencionar solo algunos fabricantes de automóviles, están trabajando a paso firme para lanzar comercialmente los vehículos autónomos. En este sentido, una de las promesas es que con ellos se reducirá drásticamente la cantidad de accidentes, un hecho que impactará directamente a las compañías aseguradoras.

Sin embargo, por un carril avanzan las novedades entorno a las cualidades de estos modelos y a las fechas en las cuales realmente podremos comprar uno, mientras que por otra senda se encuentran los hábitos y costumbres de los conductores. No en vano, Jaguar y Porsche anunciaron que no se van a sumar a esta tendencia porque consideran que a las personas les gusta estar al volante.

Las consecuencias de la disminución de accidentes

Un informe difundido recientemente por la consultora KPMG indica que en los próximos 20 a 25 años la cantidad de accidentes se reducirá en un 80%. Esta proyección es lógica si recordamos que la mayoría de los choques tienen que ver con errores en las maniobras de los conductores, o se dan en situaciones en las cuales éstos no deberían conducir, por ejemplo, si están alcoholizados o manipulando un teléfono móvil.

Los vehículos que se manejan por sí solos generarán inevitablemente controversias impensadas hasta ahora, por ejemplo, ¿quién tendría la culpa si el automóvil avanza ante un semáforo en rojo?

Más allá de estas cuestiones, que tendrán que dirimirse caso por caso teniendo en cuenta aspectos legales, lo importante es que en su esencia, a las aseguradoras les interesa por un lado, cobrar por el seguro que ofrecen y, por el otro, que no haya siniestros. Por eso, si caen las probabilidades de accidentes, las primas deberán bajar su precio.

Pero esta nueva realidad no hará trizas a la industria, sino que traerá una evolución en las pólizas tal como sucedió en los últimos años con el sistema de scoring: en el sistema tradicional, para fijar el precio del seguro de un automóvil, las aseguradoras toman en cuenta las características del vehículo (marca, modelo y año) y de la zona geográfica en la que se mueve. En cambio, con la técnica de scoring, se identifica previamente el perfil del cliente y se le cobra en función del riesgo desde el inicio de la póliza.

Dado este escenario, caerá el volumen de dinero que gestionen las aseguradoras. Sin embargo, aumentará la rentabilidad de su negocio porque ya no deberán destinar un fondo de dinero tan abultado para cubrir los siniestros de sus clientes. A esto hay que agregar que estas firmas necesitarán menos empleados y menos oficinas, entre otros detalles.

Lejos de los vaticinios que indican que muchas aseguradoras van a desaparecer cuando los coches autónomos descansen en nuestros garajes, esta industria continuará existiendo adaptada a los nuevos tipos de accidentes que puedan ocurrir. Además, hay cuestiones que seguramente seguirán vigentes, entre ellas, que los automóviles deban circular asegurados.

Sin dudas, el sector de los seguros se caracteriza por ser conservador, por eso el tema de los coches autónomos resuena con tanta fuerza entre ciertos actores de la población, aunque aún no está en la agenda central de las aseguradoras. Recordemos que no se está debatiendo sobre un nuevo tipo de transporte, sino de un automóvil, cuyos prototipos datan del siglo XIX. En simultáneo, la tecnología que se le está incorporando tampoco es novedosa, ya que muchas soluciones existen desde hace años.

Por último: ya se comercializan coches con muchas soluciones tecnológicas, entre ellas, GPS, frenos automáticos, sensores, cámaras y hasta sistemas para que el vehículo se estacione solo. En muchos casos, estas características son “chiches” que luego el conductor no utiliza, ya que disfruta de tener el control de vehículo.

En síntesis, el choche autónomo no es un invento disruptivo. Además, ni siquiera sabemos a si las personas les gustará trasladarse exclusivamente de esta manera, o si preferirán un sistema de doble comando para ser ellos quienes sigan estando al volante aunque eventualmente el vehículo se traslade solo, por ejemplo, luego de una cena en la que se ha bebido alcohol. Frente a este panorama, la industria del seguro está más viva que nunca, incluso si los índices de siniestralidad descienden estrepitosamente.

Por Juan Dalessandro, Gerente comercial Financial services de Softtek