Los grandes bancos centrales tantean la creación de monedas digitales

Lo que parecía imposible está más cerca de convertirse en realidad. Los bancos centrales, que llevan años alertando de los riesgos de las criptodivisas para la estabilidad financiera, estudian cada vez más en serio la creación de monedas digitales respaldadas por ellos mismos. La necesidad de adelantarse a las innovaciones en nuevos sistemas de pagos antes de que lo hagan empresas privadas —y extranjeras— ha llevado a un número creciente de bancos centrales a analizar los riesgos y beneficios que aportarían estas divisas del siglo XXI. La amenaza de libra, la criptodivisa que prepara Facebook, ha acelerado los planes.

El último en subirse al carro ha sido el subgobernador del Banco de Japón. “La velocidad de la innovación tecnológica es muy rápida. Dependiendo de cómo evolucione el sistema de pagos, la demanda para una moneda digital central podría aumentar en Japón. Tenemos que estar preparados si eso ocurre”, dijo el jueves Masayoshi Amamiya, que en otras ocasiones había mostrado sus recelos ante esta idea.

Pero, ¿por qué ha cambiado en tan poco tiempo el debate? ¿Por qué la urgencia de crear nuevos instrumentos respaldados por bancos centrales? “Las autoridades financieras llevan tiempo advirtiendo de los riesgos de los criptoactivos. Para evitar su alta volatilidad, se idearon las denominadas monedas estables, como libra. Pero este proyecto está vinculado a una empresa privada, lo que conlleva importantes riesgos vinculados con el emisor de la moneda y los activos con los que respaldan su valor. Así surge el concepto de las CBDC: unas monedas estables que no dependan de un competidor privado”, asegura Pablo Urbiola, responsable de regulación digital en el BBVA. “Estas monedas pueden funcionar para facilitar el flujo de la economía, pero también plantean un problema de independencia de los bancos centrales”, añade Alejandro Neut, responsable de economía digital en BBVA Research.

El Banco Central Europeo (BCE) no va tan avanzado como otros, pero está analizando los pros y contras de una iniciativa así. El organismo que encabeza Christine Lagarde estudiará en los próximos meses si es aconsejable lanzar lo que podría ser el eurocoin y, en caso de que la respuesta fuera afirmativa, analizar qué tipo de moneda digital sería.

No se trata solo de ver si es técnicamente posible, sino de analizar sus modalidades —¿lo gestionaría el propio banco central o se haría a través de las entidades privadas?— y repercusiones. Ni el BCE ni el resto de bancos centrales quieren quedarse atrás en la innovación en los sistemas de pagos. Pero la institución con sede en Fráncfort tampoco quiere dañar a la banca europea, que ya atraviesa por bastantes problemas, y fomentar un proceso de desbancarización de los clientes.

Porque, si un banco central ofreciera una forma segura y rápida de hacer sus pagos y atesorar su riqueza, ¿por qué los ciudadanos iban a seguir manteniendo sus ahorros en una entidad financiera tradicional? Estos y otros interrogantes con profundas consecuencias para las finanzas van implícitos en el debate en torno al nuevo dinero digital.

La amenaza de libra

En este contexto, el BIS ha querido respaldar el debate con la iniciativa de intercambiar las experiencias de seis bancos centrales. El objetivo de este organismo, que hace dos años definía el bitcoin como “una mezcla de burbuja, fraude de esquema Ponzi y desastre medioambiental”, es proteger la confianza del inversor y, al mismo tiempo, la innovación en el sector. Pero el desencadenante de la decisión fue el anuncio el pasado mes de junio de que Facebook preparaba el lanzamiento de su propia moneda digital. Eso despertó todas las alarmas. “Libra es una propuesta no del todo clara que genera muchas dudas, no solo entre los reguladores sino también en los inversores”, asegura Neut, de BBVA Research.

Además del cambio climático, los impuestos a los gigantes tecnológicos y el comercio internacional, el Foro de Davos también abordó a finales de enero cómo reaccionar ante un futuro en el que el dinero efectivo tenga cada vez menor importancia e, incluso, pueda llegar a desaparecer. En este contexto, se analizaron las oportunidades y amenazas de la creación de estas divisas por parte de un potente organismo público.

El pasado 24 de enero, Benoît Coeuré, exconsejero del BCE y jefe del nuevo hub de innovación del BIS, y David Marcus, expresidente de PayPal y actual responsable de libra, protagonizaron en Davos un debate sobre el futuro del dinero. Allí no se discutía si estas nuevas monedas iban a llegar, sino cuándo. “El debate en torno a las monedas digitales no va sobre tecnología, sino sobre las necesidades reales de la gente”, comenzó Coeuré. Marcus admitió el escepticismo con que nació su proyecto. “Todas las preocupaciones en torno a libra eran legítimas. Algunos aspectos fueron malinterpretados. Pero queremos iniciar el debate”, concluyó.

Fuente: El País de España