Viroterapia oncolítica: Cuando los virus son los “buenos” de la historia

A esta altura, luego de más de una año de escuchar hablar de coronavirus, sus mutaciones y las crisis sanitaria y económica generada por estos no podemos entender que haya algún tipo de virus que sea benéfico para la humanidad. Pero lejos de ser así, los hay y muchos.

La palabra cáncer es un término genérico que designa un amplio grupo de enfermedades genéticas complejas causadas por la acumulación de múltiples mutaciones. Según la Organización Mundial de la Salud, es una de las principales causas de muerte en todo el mundo y la segunda en los países desarrollados por detrás de las enfermedades cardiovasculares.

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En los últimos años ha habido avances significativos en el tratamiento del cáncer. Los tratamientos convencionales cada vez son más precisos y tolerables por los pacientes. Además, han surgido nuevos y prometedores abordajes como la viroterapia oncolítica, en la que se produce la muerte de las células tumorales por infección, replicación y lisis vírica selectiva sin afectar a las células sanas

Hace un mes se dio a conocer el caso de un paciente con linfoma de Hogdkin cuyo cáncer remitió cuatro meses después de sufrir la Covid-19.

“A principios del siglo XX se descubrió que algunas personas con cáncer, tras haber sufrido una infección viral, tenían respuestas positivas a nivel del tumor”, nos cuenta la doctora Isabel Burgueño, oncóloga médica de MD Anderson Cancer Center Madrid.
De ahí surgió una nueva línea de estudio que ha llevado a desarrollar lo que se conoce como viroterapia oncolítica. Esta técnica permite luchar contra el cáncer usando virus modificados en laboratorio.

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El uso de virus oncolíticos presenta una serie de ventajas frente a los tratamientos convencionales, ya que pueden ser administrados mediante distintas vías y los efectos secundarios observados hasta la fecha han consistido principalmente en estados febriles y cuadros gripales, apareciendo efectos tóxicos de mayor seriedad solo en casos aislados. Sin embargo, también presenta una serie de desventajas, como que, de forma natural, expresamos anticuerpos neutralizantes contra un diverso rango de virus, muchos de los cuales se emplean como oncolíticos, o que al ser partículas extrañas nuestro organismo reaccionará frente a ellos, neutralizándolos y provocando su secuestro en el hígado o el bazo, disminuyendo así la cantidad de partículas víricas que alcanzarán el tumor.

“En los virus oncolíticos que están más desarrollados actualmente lo que se hace es modificar su genoma para que solo infecten a las células tumorales, no a las sanas. Además, utilizan la maquinaria celular para secretar proteínas que ayudan a que nuestro sistema inmune pueda reconocer mejor (y atacar) estas células tumorales”, aclara la oncóloga.

Figura L. Lerma

“Es una terapia bien tolerada que la hace buena candidata a poderse combinar con otros fármacos sin el temor de potenciar la toxicidad”, aclara la doctora Burgueño.

Por tanto, como concluye la oncóloga, “aunque todavía necesitamos mucha más investigación y hay que tomarla con cautela, es una herramienta muy atractiva y prometedora.